El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su retórica contra el narcotráfico en Venezuela, advirtiendo que sus Fuerzas Armadas están preparadas para una acción militar inminente en el país sudamericano. En una reunión reciente con su gabinete en la Casa Blanca, Trump destacó que conocen la localización exacta de los narcotraficantes, afirmando que «sabemos dónde viven los malos» y que esta información facilitará las operaciones militares en tierra. Esta medida se encuentra enmarcada dentro de una estrategia más amplia para combatir el tráfico de drogas que, según el mandatario, está alimentando una crisis de salud en Estados Unidos y poniendo en riesgo la vida de miles de ciudadanos.
Trump ha declarado el espacio aéreo venezolano como «cerrado en su totalidad», lo que implica que las aerolíneas deben mantenerse alejadas de la región, en un intento de limitar el tráfico aéreo asociado con actividades ilícitas. La decisión sigue a una serie de operaciones navales en el Caribe que han resultado en la destrucción de numerosas embarcaciones sospechosas de transportar drogas. El presidente ha reivindicado estas medidas como esenciales para proteger a los estadounidenses, asegurando que la reciente destrucción de lanchas cargadas con narcóticos ha salvado vidas, aunque el número de víctimas en estos ataques ha sido objeto de escrutinio y controversia.
En cuanto a las operaciones en terreno, Trump ha expresado su confianza en el liderazgo del Pentágono y en el secretario de Guerra, Pete Hegseth, quien ha coordinado los ataques. Sin embargo, los detalles sobre el bombardeo del 2 de septiembre, que resultó en la muerte de narcotraficantes y potencialmente de supervivientes no armados, han generado dudas sobre la legalidad y la ética de las acciones estadounidenses. La Casa Blanca y el Pentágono han defendido la legalidad de estos ataques, mientras que Hegseth ha criticado a los medios por lo que considera una cobertura sensacionalista de la información.
Por su parte, el régimen de Nicolás Maduro ha respondido a estas amenazas con un refuerzo en sus medidas de seguridad personal. Según reportes del New York Times, Maduro ha comenzado a cambiar frecuentemente de ubicación y ha modificado su rutina diaria para eludir un posible ataque. Sus precauciones, que incluyen el uso de diferentes teléfonos celulares, indican una creciente preocupación por la posible incursión de fuerzas especiales estadounidenses, especialmente a medida que aumentan las tensiones entre Washington y Caracas.
El ambiente de agitación política y militar entre Estados Unidos y Venezuela ha llevado a Maduro a buscar apoyo internacional y reforzar su postura de resistencia frente a la administración Trump. Mientras tanto, la amenaza de una acción militar estadounidense sigue siendo un tema candente dentro del debate político y de seguridad en la región, con implicaciones que podrían extenderse más allá de las fronteras venezolanas, lo que ha aumentado el interés de observadores internacionales en esta compleja situación diplomática y militar.
