La aspiración a una vida sin jefes ni horarios, acompañada de ingresos pasivos que permitan un estilo de vida nómada y alegre, es un sueño compartido por muchas personas en la actualidad. Este concepto es lo que se ha denominado «libertad financiera», una idea atractiva que ha cobrado fuerza dentro del discurso de influencers y coaches financieros. Sin embargo, al observar la realidad económica que prevalece en muchos países, es evidente que esta anhelada libertad puede parecer más una ilusión que un objetivo tangible y alcanzable para la mayoría de las personas.
Sergio Tricio, cofundador y gerente general de Patrimore, sostiene que la libertad financiera sí es posible, aunque niega la idea de que se pueda alcanzar con facilidad y rapidez como suele promocionarse en las redes sociales. Según él, la idealización de este concepto se debe en parte al descontento que muchos sienten con sus trabajos y a la falta de tiempo para disfrutar de lo que realmente les apasiona. «Aunque puede sonar atractivo, muchas veces la realidad es mucho más compleja y requiere más esfuerzo del que se comunica», advierte Tricio, añadiendo que la obtención de ingresos pasivos demanda tanto disciplina como una amplia gama de habilidades.
La libertad financiera, tal como la define Tricio, implica poseer activos que generen suficientes ingresos pasivos para cubrir el estilo de vida deseado, una meta que no es sencilla de alcanzar. Desde su experiencia, el nivel de ingresos por sí solo no determina el impacto en la calidad de vida; más bien, el estilo de vida y los hábitos de consumo juegan un papel crucial. «
Victoria Paz, fundadora de Poder Económico, adopta un enfoque más crítico hacia la narrativa de la libertad financiera, sugiriendo que si bien es un deseo válido, no es necesariamente alcanzable en los términos en los que comúnmente se presenta. Para ella, los ingresos promedio en Chile dificultan que muchas personas tengan el lujo de ahorrar e invertir lo suficiente. Aun así, propone una alternativa: avanzar hacia una mayor autonomía financiera, donde se puedan evitar deudas y se cuente con un fondo de emergencia. «Eso también es un tipo de libertad», afirma Paz, apuntando a la necesidad de replantear el concepto para adaptarlo a la realidad de muchos.
En medio de un contexto de desigualdad, las expertas subrayan que la posibilidad de alcanzar esa libertad financiera se ve seriamente limitada. La desigualdad implica que no todos tengan las mismas oportunidades para ahorrar e invertir, y que factores estructurales, como sueldos bajos y la falta de redes de apoyo, influencien en gran medida. Fernanda Vicente, fundadora de Money Queen, coincide con esta perspectiva, afirmando que, en lugar de asociar la libertad financiera con la idea de dejar de trabajar por completo, se debe considerar como la capacidad de vivir con menos estrés económico y poder tomar decisiones con tranquilidad.
