La trágica muerte de Maximiliana Amaro Mamani, apodada la jach’a mama de Quebe, ha provocado una conmoción profunda en Colchane y en las comunidades Aymaras del altiplano. La anciana de 85 años fue encontrada sin vida en su domicilio, un lugar que, según sus familiares y la comunidad, presenta indicios de un homicidio. Su hija, que llegó desde Iquique tras no tener noticias de ella desde el 11 de abril, descubrió un hogar desordenado y señales alarmantes de violencia. Este suceso ha puesto en la mira las preocupaciones sobre la seguridad en la región, donde la violencia y el crimen se han vuelto una amenaza constante para los habitantes.
Las autoridades ya han comenzado a tomar medidas en respuesta a este trágico acontecimiento. El fiscal del Tamarugal, Hardy Torres, ordenó la intervención de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) para esclarecer las circunstancias de la muerte de Maximiliana. De acuerdo al subprefecto Christian Sayago, el informe del Servicio Médico Legal confirmó que la causa de muerte fue un Traumatismo Encéfalo Craneano (TEC) cerrado, lo que ha llevado a los investigadores a considerar la hipótesis de un robo que terminó en homicidio. Sin embargo, desde la comunidad Aymara, se señala que la fatalidad de Maximiliana Amaro no es un hecho aislado, sino parte de un patrón más amplio de desprotección y violencia.
La familia de Maximiliana ha denunciado de manera contundente que ella había advertido en múltiples ocasiones sobre amenazas en su contra, e incluso había sido víctima de un asalto armado en 2021. Esto ha generado un clamor entre sus seres queridos y organizaciones indígenas que exigen justicia, señalando que las autoridades desestimaron sus preocupaciones. «Hoy sufrimos no solo la pérdida de una madre y sabia, sino de un pilar fundamental en nuestra cultura Aymara», expresaron en una carta pública. Este sentimiento de pérdida se extiende a la comunidad en general, que lamenta no solo la muerte de una mujer, sino el golpe a su tejido cultural.
La situación en Colchane ha sido crítica en cuanto a seguridad. Estudios recientes indican que más del 54% de los habitantes han abandonado la comuna debido al aumento de la violencia relacionada con la migración irregular y el tráfico. La Fundación Andina Pirqa ha denunciado que las políticas públicas actuales han contribuido a crear un ambiente de miedo entre la población. En este contexto, la figura de Maximiliana Amaro resalta aún más, sobre todo por su rol en la defensa de los saberes y tradiciones Aymaras, lo que la hacía un símbolo de resistencia y unidad ante las adversidades.
Maximiliana fue recordada por su calidez, su legado cultural y su fortaleza ante la adversidad. «Cantaba con alegría, tejía con memoria y caminaba con sabiduría», afirmaron quienes la conocieron. Su desaparición ha llevado a una movilización comunitaria, donde diferentes generaciones se unen para exigir justicia. “Era mi abuela, pero también era la abuela de todos. Si no hacemos justicia por ella, ¿por quién más lo haremos?”, reflexionó su nieta, evidenciando el dolor colectivo que ha dejado esta tragedia. Mientras se llevan a cabo las investigaciones, la lucha de las comunidades por verdad y justicia se intensifica, marcando un momento crítico en la historia del altiplano.
