En el Wallmapu, la corporación Küme Ülmen ha emergido como un faro de renovación económica y cultural, fusionando la espiritualidad mapuche con un modelo de producción sustentable. En su reciente declaración, el presidente José Antiñir subrayó un cambio paradigmático al afirmar: «No más vender barato para que otros ganen». Este enfoque, que respeta la autonomía territorial y el diálogo con los Ngen Mapu, no solo busca combatir la pobreza histórica, sino también reivindicar el legado productivo de los pueblos originarios. La iniciativa se delineó a partir de una profunda necesidad de independencia, enfatizando la industrialización justa que asegura que la riqueza generada permanezca en las comunidades mapuche, mediante una diversificación que incluye desde Quesos Kiñe hasta plantas procesadoras sustentables.
Küme Ülmen se presenta como un modelo de gestión económica que recupera prácticas ancestrales y se fundamenta en la sabiduría de generaciones anteriores. La corporación, que proviene de la organización comunitaria y de los parlamentos mapuche, establece un diálogo directo con la Ñuke Mapu (Madre Tierra), lo que permite realizar un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. En el contexto de una economía global que a menudo margina a los grupos indígenas, la propuesta de Küme Ülmen retoma y reinventa prácticas como la producción de merkén y charqui, destacando un uso de ingredientes autóctonos que han ganado reconocimiento internacional por su calidad y sabor.
La visibilidad de Küme Ülmen también se amplía gracias al éxito del queso Kiñe, desarrollado por una de sus cooperativas a través de una sinergia con empresas lácteas locales. Este producto no solo representa una parte esencial de su plan de industrialización, sino que también es un símbolo de soberanía alimentaria, resaltando el potencial de los recursos del Wallmapu. El lonko Rudecindo Antileo señala que «el fruto que nace es un acto de soberanía», indicando que cada proyecto entraña una responsabilidad colectiva y solidaria en favor del bienestar de la comunidad, y que todos los beneficios deben ser compartidos entre quienes participan del ciclo productivo.
Además, el modelo de Küme Ülmen busca restaurar una memoria histórica que fue eclipsada tras la ocupación de Wallmapu. En este contexto, Antiñir menciona que «no queremos volver a ser pobres por obedecer un modelo que excluye», evidenciando un compromiso claro hacia una revalorización de los saberes ancestrales y un rechazo a las dinámicas del capital que han perpetuado la exclusión y la pobreza. A través de sus iniciativas cooperativas en sectores como el lechero, cerealero y hortícola, la corporación se posiciona como un actor clave en la generación de valor económico que beneficia directamente a sus comunidades.
Finalmente, la conexión espiritual con la tierra y el agua es un pilar fundamental del modelo de Küme Ülmen. La filosofía mapuche enfatiza la importancia de realizar un pacto con los Ngen Mapu para cada decisión que afecte a la naturaleza. Esta relación íntima no solo busca restablecer el equilibrio, sino que también es un proceso de sanación tras años de exclusión y empobrecimiento. Al pedir permiso para cultivar, cosechar e industrializar, las comunidades mapuche no solo aseguran su sustento, sino que también honran su legado y reafirmar su identidad cultural, contribuyendo a un futuro donde el respeto por la naturaleza y la dignidad humana son prioritarios.














