Este miércoles, la Coordinadora por Julia Chuñil hizo público un comunicado que ha generado gran preocupación entre los defensores de derechos humanos en Chile. En él, Lissette, la nieta de la respetada dirigente mapuche que lleva más de cinco meses desaparecida, reportó un alarmante hallazgo: dos animales muertos fueron encontrados cerca del terreno de su abuela. Uno de los animales, un caballo, no presentaba signos evidentes de violencia, lo que ha llevado a la sospecha de que podría haber sido envenenado. Por otro lado, un cerdo macho fue descubierto con impactos de bala, lo que incrementa la inquietud sobre las circunstancias que rodean la desaparición de Julia Chuñil Catricura y su posible conexión con actos de violencia en la región.
Los hallazgos de estos animales muertos no son incidentes aislados. En el contexto actual de Chile, se intensifican las tensiones entre el Estado y el pueblo mapuche, que han sido históricamente marginados y violentados. La prolongada ausencia de Chuñil es emblemática de una serie de abusos que han sufrido líderes del movimiento mapuche. La prórroga del estado de excepción en el Wallmapu, que ha permitido la militarización de la zona, ha contribuido al ambiente de miedo y represión. Además, los procesos judiciales que enfrentan a importantes dirigentes mapuches, como Héctor y Pelentaro Llaitul, hacen evidente una campaña sistemática de criminalización de la protesta social en el país.
En este contexto de violencia institucional, también se debe mencionar la reciente implementación de la ley Naín-Retamal, que ha facilitado el uso excesivo de la fuerza por parte de Carabineros. Esta legislación ha sido criticada por su capacidad para deslegitimar la defensa de los derechos de las comunidades originarias y perpetuar la injusticia social. Asimismo, las amenazas de desalojo bajo la Ley Antitomas han sumado un nuevo nivel de riesgo para quienes se organizan en defensa de sus territorios y derechos. Las múltiples formas de represión han generado una necesidad urgente de establecer redes de apoyo entre diferentes sectores de la sociedad civil.
La desaparición de Julia Chuñil y la reciente violencia contra animales han renovado la necesidad de unidad entre movimientos sociales que luchan contra la impunidad y la violencia. Exigir justicia para Julia no solo es un acto de solidaridad con su familia, sino que debe convertirse en una causa colectiva que una a diversas organizaciones sociales, de derechos humanos y medioambientales, así como feministas y juveniles. La articulación de estas luchas es fundamental para crear un frente sólido que no dependa de las instituciones gubernamentales, que han mostrado una constante inacción frente a la violencia estructural en el país.
El caso de Julia Chuñil se ha convertido en un símbolo de la resistencia del pueblo mapuche y de la lucha por los derechos humanos en Chile. La Coordinadora por Julia Chuñil continúa exigiendo respuestas y justicia, y su llamado a la acción resonará en los corazones de quienes anhelan un futuro donde prevalezca la equidad y el respeto por la diversidad cultural. La urgencia de una respuesta a la violencia sistemática y el reconocimiento de la lucha mapuche son, hoy más que nunca, temas que deben permanecer en la agenda pública y en el debate nacional.
