Durante la reciente sesión de la Comisión de Derechos Humanos, se generó un intenso intercambio entre el diputado independiente Roberto Celedón y su colega de Renovación Nacional, Johannes Kaiser. Celedón cuestionó a Kaiser acerca de sus declaraciones sobre el excarabinero Claudio Crespo, instándole a aclarar si realmente reflejaban su postura o si habían sido objeto de una mala interpretación. El diputado comenzó a leer las palabras de Kaiser, a lo que este respondió que la información presentada era exactamente lo que había expresado, sugiriendo que Celedón podría formarse su propia opinión. La polémica se encendió en la comisión, donde el respeto por los derechos humanos se puso en discusión.
La conversación entre Celedón y Kaiser tomó un giro más acalorado cuando el diputado Cristián Labbé intervino en defensa de Kaiser, señalando que si las declaraciones de Kaiser eran motivo de cuestionamiento, entonces toda la oposición, liderada por el presidente Gabriel Boric, debería también rendir cuentas. Labbé acusó a Celedón de ser antojadizo en su reclamo, lo que generó un ambiente tenso. La diputada Lorena Pizarro no tardó en intervenir, pidiendo a Labbé que moderara su tono. Este intercambio puso de manifiesto las divisiones entre los distintos sectores políticos del país en temas tan delicados.
El debate tocó temas profundamente sensibles cuando se mencionó la actuación de Carabineros durante el estallido social. En una entrevista previa en Radio La Clave, Kaiser defendió a Crespo, argumentando que durante el estallido no hubo «acciones impropias». Afirmó que muchos Carabineros deberían haber usado sus armas de fuego, dejando claro su desacuerdo con las críticas hacia la actuación policial. Estas declaraciones no solo reabrieron heridas relacionadas con la represión del estallido social, sino que también llevaron a cuestionar la legitimidad de tales opiniones en un contexto de respeto a los derechos humanos.
Kaiser, durante la palabra, ejemplificó sus afirmaciones diciendo: «Si usted dispara al suelo, las balas rebotan y pueden herir a alguien». Con estas declaraciones, el diputado se mostró abierto a un debate, sin embargo, apuntó a no utilizar la Comisión de Derechos Humanos como un foro para discusiones políticas. Esta postura, unida a las tensiones ya evidentes, dejó entrever no solo la polarización política, sino también la dificultad de abordar este tipo de diálogos en un marco legislativo que debería ser de respeto y reflexión.
La situación se tornó más caótica cuando varios congresistas comenzaron a participar en el cruce de palabras, lo que llevó a Tomás Lagomarsino a optar por retirarse de la sala. Los intercambios continuaron de manera acalorada incluso con los micrófonos apagados, reflejando la falta de consenso y el deterioro de un diálogo constructivo. Este episodio, registrado por los medios de comunicación y en redes sociales, plantea serias interrogantes sobre la capacidad del actual parlamento para abordar temas de derechos humanos de manera efectiva y respetuosa.














