La Democracia Cristiana ha enfrentado un duro golpe tras la anulación de la candidatura presidencial de Alberto Undurraga, decisión que fue comunicada por el Tribunal Supremo del partido. Este tribunal tomó la drástica medida debido a que Undurraga no reconoció el acuerdo unánime de la Junta Nacional, que claramente le habían pedido participar en primarias, lo que ha dejado a la DC sin un candidato definido en un momento crucial. En su comunicado, el Tribunal Supremo subrayó que Undurraga ya no tiene la facultad de representar al partido y que, por lo tanto, cesó su papel como candidato presidencial.
La determinación del Tribunal Supremo se produjo tras una votación donde los miembros respaldaron, en una mayoría de seis votos contra tres, la invalidación de la candidatura. Al mismo tiempo, el tribunal subrayó que la Directiva Nacional había cometido un error al evitar inscribir al partido en las primarias oficialistas, lo que resultó en la exclusión de la Democracia Cristiana del proceso electoral. Este episodio ha suscitado cuestionamientos sobre la unidad y el liderazgo interno en un partido que busca repuntar en el escenario político chileno.
El diputado Eric Aedo, quien es también vicepresidente de la Cámara, se pronunció ante esta situación, indicando que ahora corresponde a la Junta Nacional decidir el futuro del partido en cuanto a candidaturas. Aedo enfatizó que el partido está por encima de cualquier individuo, una declaración que subraya la necesidad de cohesión en tiempos de crisis. Ante la negativa de Undurraga de participar en primarias con el Partido Comunista y su insistencia en asumir candidaturas directas, la DC se encuentra en un dilema crítico que podría afectar su estrategia electoral.
Las voces dentro de la Democracia Cristiana han comenzado a hacer eco sobre la necesidad de una reestructuración y reorientación. Gianni Rivera Foo, vicepresidentes del partido, recordó el proceso democrático que llevó a Undurraga a la candidatura y la importancia de las decisiones tomadas por la Junta Nacional. Estos comentarios ilustran la necesidad de restablecer la concordia dentro del partido y la presión para que se defina rápidamente una nueva dirección política para enfrentar las elecciones.
A medida que la Democracia Cristiana navega por esta turbulenta situación, la presión externa e interna se intensifica. Con el tiempo corriendo en su contra, los líderes del partido tendrán que actuar con rapidez y decisión para encontrar un nuevo candidato o para decidir si se unen a una candidatura del oficialismo. La indiscutible falta de un rumbo claro podría traducirse en una ausencia significativa en el debate electoral, dejando a la DC en una posición vulnerable en el próximo proceso electoral.














