El cardenal Baltazar Porras Cardozo, arzobispo emérito de Caracas, se vio recientemente involucrado en un incidente que ha suscitado preocupación por los derechos ciudadanos en Venezuela. El pasado 10 de diciembre, al intentar abordar un vuelo hacia España para cumplir con compromisos eclesiales, las autoridades en el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía le retuvieron su pasaporte. Esta situación no solo impidió la realización de su viaje, sino que también plantea serias interrogantes sobre la libertad de movimiento y los derechos humanos en el país, especialmente en un contexto tan simbólico como el Día Mundial de los Derechos Humanos.
El cardenal Porras relató a sus colegas obispos una experiencia recurrente en el aeropuerto: recurrentemente, los oficiales de migración le han notificado problemas con su pasaporte, a veces alegando que su nombre no figura en los registros o incluso afirmando que ha pasado a mejor vida. Estas constantes complicaciones no solo reflejan una gestión migratoria anómala, sino que también contribuyen a un clima general de incertidumbre y temor que enfrentan muchos ciudadanos venezolanos al intentar viajar. En su comunicación, el cardenal subrayó cómo este tipo de situaciones violan los derechos básicos que poseen como ciudadanos.
El incidente del cardenal Porras ocurre en medio de un clima de creciente tensión política y social en Venezuela, exacerbada por la figura del gobierno y su relación con la oposición. Mientras el arzobispo denunciaba el incidente en el aeropuerto, en Oslo se llevaba a cabo la ceremonia del Premio Nobel de la Paz, un evento que atrae la atención internacional hacia la precariedad de la democracia en Venezuela. La opositora María Corina Machado, principal figura de oposición y galardonada con el Nobel, precisamente estaba lista para participar en estos eventos, lo que resalta la contradicción entre la lucha por los derechos humanos a nivel global y la represión que sufren muchos ciudadanos a nivel local.
Porras expresó que el hecho de que le retuvieran el pasaporte el mismo día que se conmemora la Declaración de los Derechos Humanos del 10 de diciembre es especialmente doloroso y simbólico. En un mensaje de esperanza, el cardenal instó a la comunidad a buscar soluciones pacíficas y justas para todos, especialmente para aquellos que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. Destacó la importancia de construir una verdad basada en la paz, lejos de la violencia y los abusos del poder. ‘La fuerza está en la debilidad del pesebre’, aseveró, utilizando una metáfora navideña que invita a la reflexión y a la acción.
Finalmente, el cardenal Porras no solo busca resaltar el desprecio por los derechos individuales en su país, sino también hacer un llamado a la unidad y la compasión hacia los más excluidos. Citó al Papa León XIV, recordando que la búsqueda de una paz duradera y justa es responsabilidad de todos, lo que incluye a aquellos con un sentido ético que pueda iluminar el camino hacia un futuro mejor. En este contexto, el cardenal espera que su experiencia no sea solo un episodio aislado, sino que se convierta en un llamado de atención sobre la necesidad apremiante de un cambio social en Venezuela.
